Los salvadoreños votaron el domingo en unas elecciones en las que el presidente Nayib Bukele logró una aplastante victoria permitiéndole extender su mandato hasta 2029, gracias al rotundo éxito de su “guerra” contra las pandillas que ha convertido al país centroamericano en uno de los más seguros de América.
“De acuerdo a nuestros números, hemos ganado la elección presidencial con más del 85% de los votos y un mínimo de 58 a 60 diputados a la asamblea. El récord en toda la historia democrática del mundo”, escribió Bukele en X.
A pesar de tener el apoyo de ocho de cada 10 salvadoreños en edad de votar, el plan de seguridad de Bukele ha levantado señalamientos de supuestas violaciones a los derechos humanos y su participación en los comicios ha sido cuestionada por la oposición y parte de la comunidad internacional porque la Constitución prohíbe la reelección inmediata.
Al convertirse en el primer mandatario salvadoreño en ser reelecto en casi 100 años, Bukele ha prometido que el régimen de excepción seguirá hasta que capturen al último pandillero y su vicepresidente dijo a Reuters esta semana que mantendrá al bitcóin como moneda de curso legal a pesar de la poca aceptación y que el bukelismo es un proyecto de décadas.
“Aún falta muchísimo por hacer pero, paso a paso, resolveremos décadas enteras de saqueo y abandono”, escribió el presidente de 42 años en su cuenta de X, una plataforma que ha usado para promocionar sus logros y atacar a sus detractores.
“Si nosotros hemos ya superado nuestro cáncer con metástasis, que eran las pandillas, ahora solo queda recuperarnos (…) lo que viene para El Salvador es un periodo de prosperidad”, agregó en una rueda de prensa tras ejercer su voto en San Salvador, ataviado en una camiseta cian -como el color de su partido-, jeans y una gorra blanca.
Al ser consultado sobre si planeaba reformar la Constitución para incluir la reelección indefinida, Bukele dijo que no creía que “sea necesaria una reforma constitucional”, pero no respondió si intentaría postularse para un tercer mandato.
A diferencia de elecciones previas, los colores y emblemas de los partidos de oposición brillaron por su ausencia. El cian del oficialista Nuevas Ideas acaparó la escena.
En las elecciones también participaron otros cinco candidatos presidenciales, entre ellos los aspirantes de la otrora guerrilla izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) y del derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que gobernaron por 30 años hasta 2019.
Bukele asumió a mediados de 2019 como el presidente más joven en la historia moderna de El Salvador. Desde entonces, su gobierno logró apaciguar la criminalidad tras apresar a 1% de los 6,3 millones de habitantes del país, levantó varias obras de infraestructura -algunas con apoyo de China- y está teniendo éxito al atraer a cada vez más turistas al país más pequeño de Centroamérica.
Además, durante su mandato se ha reducido la migración irregular hacia Estados Unidos, sosegando los roces con Washington por la destitución de jueces y el fiscal general; así como por los supuestos excesos durante el estado de excepción y las restricciones a las libertades civiles.
“No podemos dejar que los corruptos de antes vuelvan a tener el poder porque entonces no se podrían ejecutar los proyectos que el Gobierno está ejecutando”, dijo Víctor López, un obrero de construcción de 65 años de edad.
“Es necesario seguir con los cambios que en nuestro país están pasando, cambios positivos, no tenemos delincuencia y el turismo se ha disparado”, agregó.
Retos económicos
A pesar de sus innegables éxitos, analistas sostienen que el quinquenio de Bukele ha estado marcado por un pobre desempeño económico y que el mandatario deberá aplicar drásticas -pero impopulares- recetas para revertir la situación.
El Producto Interno Bruto (PIB) salvadoreño es el que menos ha crecido en el último lustro entre sus pares centroamericanos. La deuda pública ha tocado niveles récord, llevando al país a una situación fiscal que especialistas ven como “insostenible”; la pobreza extrema se ha duplicado y la inversión privada, necesaria para sacar al país a flote, ha caído abruptamente.
“La economía se va a ir a pique, todo el mundo se va a arrepentir de haber votado por el color cian, va a haber hambre”, dijo Miguel Medina, un jubilado de 73 años edad que votó por el FMLN.
La adopción del bitcoin como moneda de curso legal y los planes alrededor de la criptomoneda tampoco han alzado vuelo.
Pero el mandatario sigue firme en su apuesta, incluso cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) le ha pedido “reconsiderar” sus planes de expandir la exposición del Gobierno al bitcoin mientras negocian un crédito de US$1.300 millones de dólares que aliviaría las arcas del país centroamericano.
“Se van a arrepentir”
A pesar de sus innegables éxitos -algunos de los cuales están siendo replicados en otros países de la región-, analistas sostienen que su quinquenio ha estado marcado por un pobre desempeño económico.
El Producto Interno Bruto (PIB) salvadoreño es el que menos ha crecido en el último lustro entre sus pares centroamericanos. La deuda pública ha tocado niveles récord, llevando al país a una situación fiscal que especialistas ven como “insostenible”; la pobreza extrema se ha duplicado y la inversión privada, necesaria para sacar al país a flote, ha caído abruptamente.
“Si bien en los últimos años la deuda ha disminuido, todavía es superior a los niveles previos a la pandemia y la posición fiscal del país continúa siendo frágil”, dijo a fines de 2023 el Fondo Monetario Internacional (FMI), con el que El Salvador negocia un crédito de US$1.300 millones.
El domingo, los 6,2 millones de salvadoreños habilitados para votar también eligieron a los diputados del Congreso unicameral. Las encuestas le daban un amplio favoritismo a los candidatos del oficialismo lo que solidificaría aún más el poder de Bukele.
“La economía se va a ir a pique, todo el mundo se va a arrepentir de haber votado por el color cian, va a haber hambre”, dijo Miguel Medina, un jubilado de 73 años edad que votó por el Fmln.