Murió a los 111 años, Viola Fletcher, sobreviviente de la Masacre de Tulsa

Viola Ford Fletcher, conocida como “Madre Fletcher” y la sobreviviente más longeva de la Masacre Racial de Tulsa, falleció a los 111 años. El alcalde de Tulsa, Monroe Nichols, comunicó la noticia este lunes, aunque no precisó la fecha ni el lugar del deceso.

Tras su muerte, Lessie Randle, seis meses menor, se transforma en la única persona viva que presenció uno de los episodios más violentos y silenciados en la historia de Estados Unidos.

El impacto de Fletcher no reside únicamente en su longevidad, sino en su testimonio y persistencia como voz contra el olvido. Nacida en 1914 en el condado de Comanche, Oklahoma, creció en Greenwood, barrio afroamericano de Tulsa conocido por su prosperidad y redes comerciales, origen del apodo “Black Wall Street”.

Tras su muerte, Lessie Randle, seis meses menor, se transforma en la única persona viva que presenció uno de los episodios más violentos y silenciados en la historia de Estados Unidos.

El impacto de Fletcher no reside únicamente en su longevidad, sino en su testimonio y persistencia como voz contra el olvido. Nacida en 1914 en el condado de Comanche, Oklahoma, creció en Greenwood, barrio afroamericano de Tulsa conocido por su prosperidad y redes comerciales, origen del apodo “Black Wall Street”.

La violencia, que duró cerca de 16 horas, provocó la destrucción de unas 35 manzanas, la muerte de hasta 300 personas y la pérdida de 1.250 viviendas y comercios.En solo 16 horas, laEn solo 16 horas, la violencia destruyó más de 1.250 casas y negocios de familias negras, según Infobae

The New York Times incluye el desgarrador testimonio de Fletcher, quien recordó las escenas al escapar con su familia: cenizas cayendo, cuerpos tendidos en las calles y el barrio consumido por el fuego.

Nadie fue juzgado por la destrucción ni por la cantidad de muertes, y la represión posterior obligó a miles de sobrevivientes afroamericanos a abandonar sus hogares, lo que resultó en la pérdida total de su riqueza y proyectos.

La represión continuó más allá de la violencia física. Durante décadas, la masacre de Tulsa permaneció silenciada: no se habló abiertamente del suceso ni en los medios nacionales ni en las escuelas de Oklahoma. Se extraviaron registros policiales, desaparecieron o fueron alterados archivos de prensa y el tema se volvió tabú incluso dentro de las familias afectadas, según The Washington Post.

Greenwood nunca recuperó su esplendor, los sobrevivientes nunca recibieron indemnizacionesy los responsables quedaron impunes.

Para Viola Fletcher, esos hechos transformaron su vida para siempre. Tras huir con lo que llevaba puesto, su familia logró ocultarse en una zona boscosa, vivió en tiendas de campaña, se alumbró con luciérnagas y tuvo que aprender a sobrevivir a base de ingenio.