Si hay un científico por ahí sin mucho oficio, hay un tema digno de estudio: ¿existe la suerte del campeón? A manera de sugerencia, bien valdría que revise el duelo de octavos de final de la Euro 2024 entre Inglaterra y Eslovaquia.
Es solo un toque de fortuna, una alineación estelar y una combinación de estrellas el campo, lo que explica eso que han hecho los británicos en un partido que perdían con total justicia por 95 minutos y que, en el alargue, lograron remontar para imponerse por 2-1 y clasificarse a los cuartos de final. El puesto se los debe el técnico Southgate cien por ciento a sus dirigidos.
Porque el arranque era de terror. Hacía temblar a Southgate una Eslovaquia valeinte, con sendas aproximaciones, una clarísima que se fue abierta por centímetros a los 5 minutos y la más evidente, a los 12, un remate de Haraslin que salvaron los zagueros ante la pifia de Pickford.
Pasarían 20 minutos antes de que Bellingham encendiera la ilusión y, tras la recuperación de Rice, se animara a un centro peligroso. Toda una señal.
Pero Eslovaquia hacía más y lo pondría en el marcador a los 25 minutos tras una veloz salida, pase profundo a Shranz y definición impecable en el mano a mano. Pudo ser penalti pero en Europa no especulan con nada y prefieren siempre el gol… vale la pena la lección.
Y vino la reacción inglesa otra vez con Bellingham, el único con algo de rebeldía pero a quien en realidad le faltaban socios, pues ni Foden ni Kane conectaban con él y era todo una aventura más bien solitaria. Es el lío de tanta individualidad y tan poca noción de equipo al que Southgate no le encuentra solución.
El segundo tiempo parecía el de la reacción, con la primera asociación entre Kane y Foden que increíblemente atrapó adelantado a este último en la definición (no se puede creer semejante distracción en un delantero de élite) y, a instancias del VAR, se anuló la posibilidad del empate. Lo gritaron y todo, pero era evidente el offside.
El propio Kane intentaría en la siguiente jugada pero le desviaban la pelota cuando parecía vencer al portero y entonces otra vez, el juego espeso, el cansancio de la falta de sociedades, esas que sí aceitaba Eslovaquia, decidida a defender con la vida su ventaja y casi ilusionada con un segundo gol en un impactante error en la salida inglesa a los 53, que Strelec impactó desde la mitad del campo y por poco sorprende a Pickford.
Entonces Southgate y su invento: tras la lesión de Trippier decidió retrasar y enviar a Saka de lateral izquierdo (su desconcierto era total) y a Palmer a la otra punta, un arranque por sumar más hombres a la ofensiva ante un rival con doble línea de cinco. Si salía era un genio, pero si no…
Jugaban en contra la desesperación, la impotencia, el agotamiento y hasta la mala suerte de los ingleses en el tremendo remate de Rice que se estrelló en el palo y que se le fue elevado a Kane en el rebote, ya a los 80 minutos de juego. Así, imposible.
Un remate inesperado
¡Pero espere! Como es fútbol y como al final el talento no pelea con nada, apareció Bellingham, el distinto, el rebelde, y el que les estaba debiendo a los suyos una mejor presentación, con un milagro: de chilena marcó a la salida de un tiro de esquina, a los ¡90´6!, el gol que llevó el cruce al alargue tras el 1-1.