
El jefe del Comando Sur de Estados Unidos, el almirante Alvin Holsey, mantendrá este jueves reuniones clave en Panamá, con el foco puesto en el Canal y las denuncias de presencia indebida de China.
En un comunicado, la Embajada informó que el funcionario había llegado al país con una agenda centrada en “temas de seguridad tales como resguardar el área frente a la influencia y el control del Partido Comunista Chino”, aunque señaló que también se abordarán otros “desafíos críticos para la región”, como mecanismos para “poner fin a la crisis de migración ilegal en la región”, que exigen “fortalecer la cooperación” en la materia.
Para todo ello, Holsey “sostendrá reuniones con autoridades panameñas, incluyendo al ministro de Seguridad Pública de Panamá, Frank Ábergo; el ministro de Relaciones Exteriores, Javier Martínez-Acha; y el administrador del Canal de Panamá, Ricaurte Vásquez”, agrega el escrito.
Los cruces entre Panamá y Estados Unidos comenzaron semanas atrás cuando Donald Trump acusó al país centroamericano de ceder el control del Canal a China y de cobrar tarifas inapropiadas a sus bienes, y amenazó con quitarle la gestión del paso oceánico.
En un intento por rebajar la tensión, el secretario de Estado, Marco Rubio, visitó Panamá durante su primera visita por la región a principios de febrero y estresó durante su encuentro con el presidente José Raúl Mulino la necesidad de que el país corte sus lazos con Beijing y reduzca la presencia china en el Canal.
Poco después, Mulino informó que había ordenado tomar distancia y no renovar su participación en la Iniciativa de la Franja y la Ruta china, a la cual su nación había adherido en noviembre de 2017, como pionero en la región.
Rubio celebró la noticia como un “gran paso adelante” en las relaciones bilaterales y, por un momento, pareció que la crisis se había contenido.
A la par, durante el viaje, el Presidente se comprometió a colaborar con las operaciones que Trump ordenó contra la inmigración y se ofreció como país “puente” para cientos de expulsados. Desde entonces, varios vuelos de la Fuerza Armada estadounidense aterrizaron en el país con al menos 299 civiles.