
El proyecto del USS Constellation, un buque de guerra de última tecnología destinado a renovar las capacidades de la Marina de Estados Unidos, enfrenta serios retrasos y sobrecostos significativos, lo que pone en evidencia los desafíos del sector naval estadounidense frente al creciente poder marítimo de países como China.
Según un detallado informe de The Wall Street Journal, la construcción de la fragata comenzó en 2022, pero después de más de dos años, solamente un 10% del trabajo ha sido completado, una cifra que acentúa las preocupaciones sobre la capacidad de producción naval de la primera potencia mundial.
Las modificaciones constantes al diseño original fueron uno de los factores principales detrás de los contratiempos. Por ejemplo, el casco fue alargado en 7,3 metros para incorporar generadores más grandes y mejorar el rendimiento acústico de las hélices, ajustes que no estaban contemplados en el plan original. Como detalló el medio norteamericano, “la nave se suponía que compartiría un 85% del diseño original de su versión italiana, pero ahora solo el 15% es similar”.
Además, lo largo de la construcción, se realizaron diversos ajustes, como la necesidad de más refrigeración para los sistemas informáticos que gestionan las comunicaciones y armamento, lo que obligó a incrementar la ventilación y las bombas de refrigeración, sumado a reconfigurar el espacio. Estos cambios hicieron que el peso de la nave aumentara hasta un 10% por encima de lo previsto, lo que reducirá su velocidad en comparación con el diseño original que ya se utiliza en las marinas francesa e italiana.
El desafío de Estados Unidos no solo radica en sus propios problemas de producción, sino también en el terreno que ha perdido ante las armadas extranjeras, en especial frente al régimen de China.
Según cifras del analista de defensa Tom Shugart, entre 2014 y 2023, el gigante asiático lanzó al agua 157 buques, mientras que Estados Unidos solo 67. Esto pone a la Marina china como la más grande del mundo actualmente, aunque la de Estados Unidos asegura que la calidad y capacidades de sus buques siguen siendo superiores.
Ante este contexto, la administración de Donald Trump, que en su discurso ante el Congreso expresó su preocupación por la caída en la construcción de barcos militares, ha propuesto crear una Oficina de Construcción Naval para revitalizar esta industria, buscando reducir la dependencia de la competencia china.
Industria naval que presenta, además, un ritmo de construcción más lento comparado con otros países. En el caso de fragatas como el USS Constellation, dotado de armamento de alta tecnología para protegerse de submarinos, misiles y drones enemigos, todos los países analizados por The Wall Street Journal, excepto uno, completaron estas embarcaciones en menos tiempo. Además, los destructores, buques más grandes y armados, sufren un proceso aún más prolongado.
Jeremy Kyd, ex vicealmirante de la Royal Navy británica, destacó al medio que “los buques estadounidenses son temibles armas de guerra, pero su construcción resulta particularmente costosa y lenta”.
El panorama de retrasos no se circunscribe exclusivamente a fragatas. Durante la última década, el tiempo necesario para construir submarinos de ataque aumentó de seis a nueve años, y el período para portaaviones pasó de ocho a once años, según informes de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés). Adicionalmente, los retrasos han contribuido a incrementos significativos en el costo total de construcción: solo un tercio puede atribuirse a la inflación en la industria naval, según el mismo organismo.
El costo de los submarinos de propulsión nuclear de la Marina de los EEUU también ha sido significativo. Entre 2010 y 2021, el Pentágono gastó aproximadamente 2.600 millones de dólares en cada submarino, mientras que el costo de un submarino similar construido en Gran Bretaña fue inferior a 2.000 millones de dólares. Una de las razones de esta diferencia de costos es que los submarinos estadounidenses se ensamblan en distintas instalaciones, lo que implica transporte entre astilleros a grandes distancias, mientras que los británicos se fabrican en un solo lugar.
Además de los tiempos prolongados, el sector enfrenta costos de materiales elevados, incluidos los del acero, los cuales se han agravado por los recientes aranceles comerciales. Estados Unidos tampoco cuenta con una industria naval comercial significativa, algo que limita tanto las cadenas de suministro como la disponibilidad de trabajadores capacitados.
Cabe destacar, también, que la Marina de Estados Unidos tiene normas diferentes a las de otros países, a menudo más exigentes, ya que trata de hacer que los buques sean más “supervivientes” ante los impactos de las armas o el mal tiempo.