El rey Carlos III abandonó el martes, con gesto sonriente, su residencia londinense, en su primera aparición desde el anuncio la víspera de un cáncer, que, según el primer ministro británico Rishi Sunak, fue “detectado temprano”.
El monarca, de 75 años, y su esposa, la reina Camila, de 76, que acababan de recibir una breve visita del segundo hijo del rey, Enrique, recién llegado de Estados Unidos, saludaron sonrientes a la multitud desde el asiento trasero del automóvil.
Según la agencia de noticias británica PA, los monarcas debían ir desde su domicilio londinense de Clarence House hasta el cercano Palacio de Buckingham para tomar un helicóptero y dirigirse a su residencia de Sandringham, en el este de Inglaterra.
El príncipe Enrique, de 39 años, que mantiene una tensa relación con su padre y el resto de la familia real desde que se marchó a vivir a Estados Unidos en 2020, aterrizó pocas horas antes en el aeropuerto londinense de Heathrow.
El rey aseguró ser “muy optimista” sobre su tratamiento y dijo que seguirá velando por “los asuntos de Estado y las tareas administrativas”, relacionadas con su papel como Jefe de Estado de 15 países, incluido el Reino Unido.
Aunque ya estaba descansando debido a su operación de próstata, su ausencia de la vida pública será muy probablemente más prolongada de lo esperado y alejará de la atención pública a un rey que había sido particularmente activo desde su acceso al trono, multiplicando visitas y viajes al extranjero.