Los juicios políticos en contra de presidentes no son algo común en Estados Unidos. Solo han ocurrido tres veces en su historia. Aún más extraordinario es que Donald Trump, el último sometido a ese proceso hace tan solo un año atrás, sea el protagonista de un segundo juicio en su contra que está por comenzar.
Este lunes, la Cámara de Representantes presentó la acusación formal de ‘impeachment’ contra el expresidente Trump ante el Senado por “incitación a la insurrección”, que marca el inicio del proceso para el juicio político que comenzará el próximo 9 de febrero.
Nueve congresistas demócratas, que ejercerán como fiscales en el juicio, presentaron el cargo después de que fuera aprobado en la Cámara de Representantes el pasado 13 de enero con 232 votos a favor, diez de los cuales fueron republicanos, y 197 en contra.
Trump es el único presidente que enfrenta juicio político en dos ocasiones y el primero en ser acusado de incitar a la insurrección en contra de su propio Gobierno y la Constitución que juró proteger cuando asumió el cargo en enero de 2017. De ser hallado culpable, no podría presentarse de nuevo a un cargo público.
El sombrío silencio del Capitolio esta tarde solo era interrumpido por los pasos de los nueve congresistas encomendados para presentar el caso, encabezados por Jamie Raskin, de Maryland. Un estridente contraste con las escenas de hace menos de 20 días, cuando una turba de simpatizantes de Trump tomó por asalto la sede del Poder Legislativo de Estados Unidos, con el objetivo de impedir la certificación de los resultados y bajo amenazas explícitas en contra de legisladores y el exvicepresidente Mike Pence.
Raskin mencionó las presiones de Trump al secretario de Estado de Georgia, el republicano Brad Raffensperger, a quien pidió para que “hallara los suficientes votos” y lo amenazó “si no lo hacía”.
“Trump puso en riesgo la integridad del sistema democrático entero, interfirió con la transición pacífica de poderes e incitó al ataque contra una de las ramas del Gobierno. […] Ha demostrado que es una amenaza para la seguridad nacional”, recordó Raskin al leer la acusación, aprobada por la mayoría demócrata en la Cámara baja y 11 republicanos. “Su comportamiento lo hace incapaz de ocupar cualquier puesto público”.
Un fraude inexistente
El presidente Joe Biden derrotó a Trump en las elecciones del 3 de noviembre por un 6% de diferencia (más de siete millones de votos), la más amplia en 12 años, y obtuvo 306 votos en el Colegio Electoral, por encima de los 270 necesarios para ser presidente de Estados Unidos.
Trump repitió por meses que se había cometido un “fraude” en su contra pero fue incapaz de mostrar evidencia alguna. Sus demandas fueron rechazadas por decenas de tribunales, entre ellos el mayor de Estados Unidos: la Corte Suprema.
Los resultados fueron ratificados por las autoridades de los 50 estados, el Distrito de Columbia y el Colegio Electoral. Las elecciones, además, fueron calificadas como “las más seguras” por el propio Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés) de la Administración de Donald Trump.
Durante la acusación de esta tarde, el congresista Raskin recordó las arengas repetidas por el expresidente en el mitin que organizó el día en que el Congreso se reunió para certificar los resultados, aun cuando todos los recursos legales para defender un supuesto “fraude” habían sido agotados. “Si no pelean como un demonio, ya no tendrán un país”, dijo Trump esa mañana.
Minutos después de su mensaje de ese día, la violencia desatada por la turba causó la muerte de cinco personas, entre ellas un policía y obligó a la capital de Estados Unidos a imponer un toque de queda.
Al terminar la lectura, los congresistas y senadores, el personal del Capitolio, los elementos de seguridad, todos con las mascarillas que son el recordatorio perenne de la pandemia de covid-19, terminaron el protocolo.