Alias Fito, es ahora el fugitivo más peligroso de Ecuador tras su huida de la cárcel, desde donde comandaba la principal banda criminal de un país sumido en la violencia.
Poco más se conoce sobre el líder de Los Choneros que su pasado humilde de taxista, además de su capacidad para romper la ley que lo lleva a ser catalogado por el Gobierno como un “delincuente con características sumamente peligrosas”.
Las alarmas sobre su paradero desconocido saltaron el domingo, cuando uniformados en un operativo notaron su ausencia. Atrás había dejado una prisión adornada con imágenes que exaltan su propia figura, las armas, los dólares y los leones.
La fuerza pública activó un plan para dar con el jefe de una banda narcodelictiva que surgió en la década de los años noventa en la costera provincia de Manabí (suroeste), estratégica para el tráfico de droga hacia Estados Unidos y Europa.
El Gobierno cree que pudo haber escapado “horas antes” de la intervención policial en la cárcel Regional de Guayaquil (suroeste), donde era considerado el mandamás.
Fito ejercía “un control interno importante del centro penitenciario”, señaló la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en un reporte de 2022 realizado tras un encuentro con el capo.
El organismo agregó que Macías y Junior Roldán, otro cabecilla de Los Choneros, asesinado el año pasado en Colombia, tenían “un trato diferenciado y preferente por las autoridades” carcelarias.
En el mundo de Fito se aplica el dicho: a rey muerto, rey puesto. Su ascenso hasta lo más alto de la banda, integrada por unas 8.000 personas, se dio por las sucesivas muertes de sus antecesores.
El nuevo capo se graduó de abogado en prisión, donde pagaba una condena a 34 años por los delitos de tenencia de armas, tráfico de drogas, delincuencia organizada y asesinato.