Esta semana se desarrolló la inauguración del Sínodo de la Sinodalidad en el Vaticano, un órgano consultivo de la iglesia católica para brindar consejos al Papa sobre temas relevantes para la fe de la Iglesia universal, cuyas conclusiones se plasman luego en un documento llamado exhortación apostólica postsinodal.
El Papa Francisco afirmó que “la Iglesia se ha detenido, como se detuvieron los Apóstoles en el Sábado Santo”. Para el Pontífice, este Sínodo es “una pausa de toda la Iglesia en escucha”.
Los 365 miembros del Sínodo con derecho a voto, incluido el Santo Padre, se han reunido en Roma y se han dividido en diferentes mesas de 12 puestos cada una.
Al inicio, el Evangeliario ha sido llevado en procesión en medio de la asamblea y se ha leído un pasaje de San Mateo.
Antes de comenzar los trabajos, el Papa Francisco saludó a los presentes y recordó que el concepto de “sinodalidad” se había perdido en la Iglesia de Occidente.
El Pontífice advirtió que este Sínodo “no es fácil, pero es bello” y reiteró que no se trata “de un parlamento o una reunión de amigos para resolver y dar opiniones”.
“No nos olvidemos de que los protagonistas no somos nosotros, es el Espíritu Santo. Si en medio hay intereses humanos o ideológicos, será una reunión parlamentaria”, subrayó.
“El Sínodo es un camino que hace el Espíritu Santo”, indicó el Sucesor de Pedro, y a continuación hizo referencia a los textos repartidos entre los participantes, escritos por San Basilio.
El Santo Padre les instó a leer y reflexionar sobre estos textos y destacó que “si dejamos espacio al Espíritu Santo, el Sínodo irá bien. El Espíritu Santo es el protagonista de la vida eclesial”, agregó.