En un ritual que marca el Jueves Santo, el papa Francisco lavó los pies de una docena de presos en una cárcel de menores de Roma, recordando el gesto de humildad de Jesús con sus apóstoles.
El jueves, el papa realizó el rito con 10 varones y dos mujeres que cumplen condenas en la cárcel Casal del Marmo, vertió agua sobre un pie de cada uno, lo secó suavemente con una toalla y lo besó.
Jesús “lava los pies de todos”, dijo Francisco a varias decenas de presos reunidos en la capilla. “Conoce todas nuestras debilidades”, dijo el papa en una homilía improvisada.
Seis de los 12 eran menores. Francisco dijo que el lavado de pies es “un gesto que anuncia cómo debemos ser los unos con los otros. Deploró que “otros se benefician de los demás, (hay) tanta injusticia… tantas cosas feas”.
Con todo, dijo, “cualquiera de nosotros puede caer” y perder la gracia. El lavado de pies “nos confiere la dignidad de ser pecadores”. La lección, añadió, debería ser que “nos ayudemos mutuamente para que la vida sea mejor”.
El pontífice, que tiene una dolencia crónica de rodilla, recorrió los pequeños espacios de la capilla sin ayuda o apoyado en un bastón, pero partió en una silla de ruedas al cabo de la visita de 90 minutos.
Previamente, Francisco ofició una misa en la basílica de San Pedro, mientras continúa con una agenda de Semana Santa que pone a prueba su resistencia días después de su ingreso hospitalario por una bronquitis.
La voz del papa sonaba fuerte durante la misa, en la que leyó una larga homilía dedicada al sacerdocio. El pontífice argentino, de 86 años, recibió el alta hace cinco días en un hospital de Roma donde fue recibió antibióticos por vía intravenosa.