El coordinador de Ayuda de Emergencia y el enviado especial para Siria pidieron este martes al Consejo de Seguridad un fuerte apoyo a los trabajos de socorro en curso y le solicitaron un plan audaz que allane el camino político hacia una recuperación y reconciliación duraderas.
El secretario general adjunto para Asuntos Humanitarios, Martin Griffiths, informó al órgano de seguridad de las secuelas de los terremotos en Siria y Turquía, que causaron la muerte de al menos 50.000 personas, dejando a muchas más heridas, así como decenas de miles de personas desaparecidas y cientos de miles sin hogar.
Griffiths dijo que para responder a la escala y gravedad de las necesidades en Siria, las agencias humanitarias requerirán 4800 millones de dólares en 2023.
El área más afectada fue golpeada nuevamente por fuertes réplicas el lunes, pero incluso antes de la tragedia natural, unos 15,3 millones de personas, o el 70 % de la población del país, necesitaban asistencia vital debido al conflicto en curso desde hace doce años.
“Muchas personas tienen miedo de regresar a sus hogares”, afirmó, recordando una visita a las zonas siniestradas, donde cientos de edificios aún corren un alto riesgo de derrumbarse, y miles más necesitarían ser demolidos.
Señaló que en cada casa de campaña provista en la emergencia se hacinan de cuatro a cinco familias, lo que aumenta los riesgos de enfermedades, en medio de brotes de cólera preexistente.
Además, los precios de los alimentos se están disparando y las mujeres y los niños se enfrentan a un mayor acoso, violencia y riesgo de explotación.
Ayuda entregada
Griffiths agradeció al gobierno sirio la apertura de las fronteras para las entregas humanitarias a la región noroeste y detalló que desde el 9 de febrero, la ONU ha enviado más de 423 camiones con suministros críticos para más de un millón de mujeres, hombres y niños. Se planean muchas más entregas en las próximas semanas, agregó.
Mientras tanto, la ONU ha liberado 40 millones de dólares del Fondo Central de Respuesta a Emergencias (CERF), y la Oficina de Asuntos Humanitarios (OCHA) se prepara para ayudar a los organismos socios a expandir las operaciones de ayuda.
El coordinador humanitario precisó que urgen 397,6 millones de dólares para satisfacer las necesidades más críticas durante los próximos tres meses, y añadió que la próxima conferencia de donantes en Bruselas será un “momento crucial para nuestra respuesta” tanto en Siria como en Turquía.
“Sabemos lo que hay que hacer para brindar a las personas afectadas condiciones de vida dignas y evitar que la crisis empeore. Los que están ahora en esta sala pueden ayudar a que esto sea una realidad, pero debemos estar a la altura de las circunstancias. El pueblo de Siria nos necesita más que nunca”, enfatizó Griffiths.
Hace falta una respuesta unida y generosa
En el mismo tenor, el enviado especial para Siria, Geir Pedersen, instó a una respuesta unida y generosa y a un compromiso coordinado en los meses por venir trazar el camino político a seguir.
“La situación actual no tiene precedentes y requiere liderazgo, ideas audaces y un espíritu de cooperación”, recalcó.
Consideró que una estrategia política para avanzar precisará de una conversación seria entre las partes que desatore algunos de los temas políticos no resueltos del conflicto, ya que éstos podrían bloquear la muy necesaria recuperación después de la catástrofe. “Pero esto requerirá menos poses, menos retórica y más pragmatismo”, abundó.
Los terremotos expusieron y agravaron cuestiones fundamentales relacionadas con la resolución 2254 del Consejo de Seguridad, como la gobernabilidad, la soberanía, la integridad territorial, un alto el fuego a nivel nacional y la creación de un entorno seguro para trabajar en la reconstrucción y rehabilitación posconflicto.
“El enfoque de buscar medidas de fomento de la confianza recíprocas y verificables, el llamado ‘paradigma paso a paso’, es más relevante ahora que nunca”, dijo el Pedersen.
En este sentido, el diplomático conminó a identificar las medidas necesarias para ganar esa confianza y así enfrentar los desafíos de la recuperación después del desastre y abordar los problemas políticos no resueltos.