En 15 estados que abarcan las regiones del sureste, centro-oeste y parte del norte de Brasil, junto con la capital, Brasilia, persiste un estado de alerta declarado por el Instituto Nacional de Meteorología (Inmet) debido a las condiciones de calor extremo.
Este fenómeno meteorológico, que ha perdurado en el tiempo, ha creado un escenario desafiante para la población y las autoridades locales, con temperaturas excepcionalmente elevadas que impactan diversos aspectos de la vida cotidiana.
El suelo carioca hirvió desde la mañana del 13 de noviembre, cuando el sistema Alerta Río dio cuenta de la “mayor sensación térmica desde el inicio de los registros” en 2014, superando las mediciones máximas de febrero pasado, en torno de los 58 °C.
La temperatura trepó, en tanto, hasta los 39 °C, según el sistema de la alcaldía. De su lado, con 37,3 °C, Brasilia tuvo este martes la mayor temperatura del año y un máximo para noviembre desde el inicio de las mediciones, en 1962, informó Inmet.
El calor extremo también azotó a los paulistas, donde los termómetros subieron en promedio hasta 37,3 °C la tarde del martes, con una baja humedad en el aire, de 21 %, de acuerdo con el Centro de Gestión de Emergencias Climáticas (CGE) municipal.
Las altas temperaturas, que están alrededor de 5 °C por encima de las normales estacionales, castigan a los brasileños, especialmente desde el fin de semana pasado y se mantendrán al menos hasta el viernes, estimó Inmet en un boletín emitido el lunes.
El sofoco también generó un récord histórico en el consumo de energía eléctrica, que superó los 100.000 megawatts por primera vez desde el inicio del monitoreo por parte del Operador Nacional do Sistema Eléctrico. “La ola de calor es el principal motivo”, explicó el operador en una nota. En Sao Paulo, se registraron cortes e inestabilidad en el servicio.
Adicionalmente, los incendios en el Pantanal, reconocido como el mayor humedal del mundo, han alcanzado proporciones alarmantes durante el mes de noviembre. Este aumento, en gran medida atribuible a la actividad humana, se ve exacerbado por condiciones de sequía excepcionales.
La combinación de factores, incluida la reducción de los niveles de agua y la aridez del ecosistema, ha creado un entorno propicio para la propagación y la intensificación de los incendios, generando preocupaciones adicionales sobre la biodiversidad y la salud de este ecosistema único en el mundo.