Desde el 18 de octubre de 2024, Cuba enfrenta un apagón generalizado que afecta a millones de personas, con interrupciones prolongadas en el suministro eléctrico que superan las 24 horas en diversas regiones.
Este colapso energético es consecuencia de fallas graves en las plantas termoeléctricas, que en su mayoría superan los 30 años de antigüedad, junto con la falta de piezas para su mantenimiento y la escasez de combustible.
El gobierno ha señalado que la tormenta tropical Óscar, que se aproxima a la isla, podría agravar aún más la situación, afectando la frágil infraestructura eléctrica del país.
A pesar de los esfuerzos por rehabilitar la red eléctrica y desalojar a miles de personas de actividades mineras ilegales, los problemas estructurales del sistema energético persisten.
Este corte de energía ha afectado gravemente la vida diaria de los cubanos, en un contexto ya marcado por la inflación, la escasez de alimentos y medicinas, y una creciente tensión social.
La situación ha generado descontento generalizado, y expertos advierten que sin inversiones significativas y una modernización urgente de la infraestructura, la crisis podría continuar agravándose.