Panamá agrega un mecanismo virtual a su lucha contra el VIH-SIDA

Pasaban las 6 de la tarde, del 30 de marzo de 2020, cuando el Gobierno de Panamá en cadena nacional televisiva anunciaba el reforzamiento de las medidas de movilidad para contener los contagios por COVID-19. Estas nuevas medidas establecían días específicos de salida para los hombres y para las mujeres. Las mujeres podrían salir lunes, miércoles y viernes y los hombres martes, jueves y sábado por un período máximo de dos horas. Los domingos no se permitía circular en todo el país, salvo por excepciones o casos de emergencia.

La incertidumbre y las dudas inundaron las redes sociales, especialmente, en Twitter que se transformó en un medio de protesta social durante la pandemia. La población en general resintió las limitaciones, pero sobre todo grupos vulnerables como algunos miembros de la comunidad LGTBIQ+. Primero, dos horas es un tiempo muy reducido para compras de alimentos y medicamentos, atender sus necesidades de comunidad, salud y demás, y, en segundo lugar, la población trans quedaba excluida de los horarios establecidos.

Venus Tejada, presidenta de la Asociación Panameña de Personas Trans describió la situación durante las primeras semanas como de incertidumbre. Su teléfono no paraba de recibir llamadas y chats de personas con dudas y preocupaciones que iban desde cómo obtener ingresos para comer, cómo salir a buscar los medicamentos antirretrovirales, en dónde hacerse una prueba de VIH, cómo asistir a una cita médica, hasta las denuncias por abusos, discriminación y violencia que recibía la población trans en el país. ¿Había que dar respuesta, pero ella se preguntaba cómo ayudar? Además, ella también se estaba viendo afectada por las restricciones de movilidad.

“Fue un reto seguir con el trabajo que hacíamos antes del COVID-19″, recuerda Dayra Garcia, directora ejecutiva de Viviendo Positivamente. Dayra Garcia, al igual que Venus Tejada, observaron que el único modo que tenían de comunicarse con la población a la que atendían era a través del uso de la tecnología, mayormente WhatsApp porque muchas personas no tenían dinero para pagar el servicio de internet en sus casas. “Tuvimos muchas compañeras que se vieron bloqueadas por el bajo dominio del uso de la tecnología, así que otras tuvieron que asumir el reto”, comentó García.

Delvin Simmons, representante de la Asociación Hombres y Mujeres Nuevos de Panamá nos cuenta que la organización vio que la tecnología era el mecanismo para comunicarse con sus usuarios y decidieron continuar ofertando los servicios a través del ciber-abordaje para acercarse a las personas que continuaban en vulnerabilidad y a quienes la pandemia solo empeoró su situación.

El ciber-abordaje es una estrategia para proveer atención, información y dar seguimiento a la población clave utilizando canales virtuales de comunicación que van desde redes sociales tradicionales, redes de ligues y canales de chat, como WhatsApp. Este abordaje, además de asegurar una comunicación constante con usuarios para atención en VIH, también sirvió para promover las medidas de bioseguridad para contener los contagios por COVID-19.

Esta estrategia fue adoptada por varias de las organizaciones que trabajan con población viviendo con VIH, hombres que tienen sexo con hombres, trabajadoras/es sexuales y población LGTBIQ+ en general, con el objetivo de poder continuar proveyendo servicios básicos de apoyo y acompañamiento para la realización de las pruebas de VIH, medidas de prevención, asesoría, acompañamiento psicológico, entre otros.

Dayra García comenta que al inicio no fue fácil, especialmente, para aquellos que como ella veían el teléfono como una herramienta solo para atender las llamadas de usuarios. No obstante, las tres organizaciones concuerdan que el resultado de la estrategia fue exitoso, no solo porque llegaron a sus usuarios, sino que también llegaron a otras personas con necesidad de atención.

Además del ciber-abordaje las organizaciones de base comunitaria fueron clave apoyando para que las personas viviendo con VIH pudieran recibir sus tratamientos implementando mecanismos de recogida y entrega de los medicamentos, especialmente, en las regiones más apartadas del país en la que dos horas no era suficiente para llegar hasta las clínicas, de igual modo, en las ciudades se apoyó utilizando aplicaciones tecnológicas de entrega a domicilio. De este modo, podían garantizar que las personas no detuvieran sus tratamientos.

Venus Tejada reconoce que mucha de la población con necesidad de atención no logró ser alcanzada por estas organizaciones. “Los retos fueron muchos, especialmente, los retos económicos”, puntualiza Tejada, mientras que Delvin Simmons indicó que durante un mes muchos centros de salud dejaron de entregar preservativos a trabajadoras y trabajadores sexuales, medida que se transformó en un factor de riesgo.

De igual modo, con el apoyo de agencias de las Naciones Unidas en Panamá se logró incluir a un gran número de trabajadoras y trabajadores sexuales en la entrega de bono y de bolsas de comida que donaba el Ministerio de Desarrollo Social.  “El 90% de la población que atiendo son trabajadoras sexuales que estaban imposibilitadas de salir a trabajar por las restricciones de movilidad, no tenían dinero ni para comer, comentó Venus”

La implicación, la aceptación y el liderazgo de la comunidad son esenciales a la hora de abordar las crisis de salud y desarrollo. El liderazgo y el compromiso de las comunidades sigue siendo vital como mecanismo de respuesta al VIH. En medio de la pandemia generada por el COVID-19 se evidenció aún más el importante rol que juegan las organizaciones de base comunitaria en la prevención y la provisión de servicios básicos a la población viviendo con VIH, trabajadores sexuales, así como la población LGTBIQ+

Una encuesta realizada por el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) en América Latina y el Caribe evidenció que en abril el número de personas en la región que no tenían acceso a tratamientos antirretroviral había ascendido a 21%.

En Panamá, de acuerdo con los datos del Ministerio de la Salud, en 2019, 1,912 personas fueron diagnosticadas con VIH, mientras que en el año 2020 solamente se diagnosticaron 534 casos. La reducción de detección de casos se debe a que, durante la pandemia, el número de pruebas realizadas fue menor debido a las restricciones de movilidad impuestas para controlar el COVID-19.

Desde las Naciones Unidas, ONUSIDA, PNUD y UNFPA han trabajado de manera coordinada en proveer insumos básicos de protección personal, equipo e insumos médicos para la atención de personas viviendo con VIH, reforzando los programas de prevención y apoyando directamente a las organizaciones de base comunitaria para fortalecer sus servicios ante la crisis generada por la COVID-19.