Es Cri-Crí, es Cri-Crí, heraldo para los niños de México y América Latina

Araceli Aguilar Salgado Periodista, Abogada, Ingeniera, Escritora, Analista y comentarista mexicana, del Estado de Guerrero, México. 

“Vivir dichoso es algo muy sencillo, basta con sentirse pequeño, me refiero al estado de ánimo admirar todo aquello que nos rodea es algo tan bueno que convierte al más miserable en marajacha”. Francisco Gabilondo Soler 

José Francisco Gabilondo Soler, nació el 6 de octubre de 1907, en Orizaba, Veracruz, México; Hijo mayor de Emilia Soler Fernández, hija de catalán y malagueña y Tiburcio Gabilondo Goya, de origen vasco. 

Por lo que vivió hasta 1929 en su ciudad natal Orizaba, siendo esta ciudad típica de montaña, entre cerros, lluvia, bosques y manantiales.  

Creció muy alto y era aficionado a aprender; así aprendió todo lo que pudo, especialmente geografía, matemática, astronomía, cuentos y música, estos dos últimos los aprendió mejor, de modo que los combinó en distintos tamaños y formas, tanto se dedicó a eso que acabó trabajando de compositor.  

A pesar de que a sus diez años de edad enfrentó circunstancias difíciles como asimilar el deceso de hermanos pequeños, el divorcio de sus padres, una economía apretada, vivir en internados y tomar la decisión de establecerse con su papá, su infancia giró en torno a su abuela, la fantasía y la naturaleza, a quienes años después dedicaría tantas canciones. 

La escuela lo aburría por lo que solo cursó hasta el sexto grado de educación básica, le gustaba leer las obras de Hans Christian Andersen, de Hauff, de Julio Verne y de Emilio Salgari. 

Se consideraba hombre metódico y autodidacta; indagó en diversas áreas del conocimiento siendo la astronomía la ciencia que realmente lo atrapó. Durante su adolescencia canalizó su energía en los deportes, incursionó en el boxeo, la natación y la tauromaquia, disciplina en la que fue conocido como El estudiante. 

Al terminar la primaria, continuó con una formación autodidacta, abarcando como temas las matemáticas, geografía, historia y literatura universal, tomó un curso de linotipista en Nueva Orleáns en 1926, y otro de navegación celestial por correspondencia desde Maryland, Estados Unidos, la cual nunca ejerció,  pero gracias ésta quedó cautivado por el alma musical de esa ciudad de Estados Unidos en donde el movimiento de jazz, junto con otros géneros que estaban en pleno apogeo, lo motiva también para su formación como compositor. 

Cuando tenía 19 años decidió aprender música; pidió permiso para estudiar en la pianola de unos baños públicos de Orizaba en la que accionaba el mecanismo, se fijaba en dónde bajaban las teclas y ponía los dedos en ese lugar hasta que, a fuerza de practicar, dominó el teclado y se convirtió en pianista, pero sus grandes pasiones fueron la astronomía y en especial la música. 

Inició su trayectoria tocando melodías de la época en bares y casas de citas, componiendo sus propias obras alrededor de 1930; entre ellas se encuentran tangos, danzones y fox-trots, uno de los cuales: Montecarlo, fue grabado en Nueva York por una banda estadounidense. Otras de sus canciones fueron Dorotea, Vengan turistas, Timoleón y Su majestad el chisme. 

A principios de 1934, cuando su trabajo musical festivo ya era reconocido, solicita una oportunidad a Emilio Azcárraga Vidaurreta quien aceptó haber notado que cuando tocaba sus temas los niños ponían atención a la radio, por lo que le sugirió escribir letra infantil para La Marcha de Zacatecas, pero Francisco consideró que era mejor arriesgarse con un número propio, mismo que le presentó a Otón Vélez, entonces gerente artístico de la XEW y quien finalmente le abre un espacio. 

Es así como el 15 de octubre de ese año interpretó, únicamente con voz y piano, sus temas El chorrito, Bombón I y El ropero; fueron quince minutos sin patrocinador ni publicidad, con poca paga, a prueba, sin éxito aparente, sin nombre y sin personaje, el inicio de un programa de radio que se mantuvo al aire durante casi veintisiete años, a pesar de que Francisco creía que sólo duraría algunas semanas. 

Poco después de iniciado el programa, el gerente artístico de la estación le sugirió que algún animalito narrara las aventuras de sus canciones por lo que Francisco quien ya contaba con la colaboración del violinista Alfredo Núñez de Borbón pensó en un grillito e, influenciado por el idioma francés, decidió llamarlo Cri-Cri, el Grillito Cantor, personaje que a quince días de haber nacido ya era patrocinado por la Lotería Nacional. 

Después de un tiempo su espíritu aventurero lo orilló a dejar el programa para viajar a Sudamérica pasó de la Patagonia a Argentina y empaparse de otra de sus pasiones: el mar, en donde todas las noches observaba el cielo y disfrutaba de su libertad; consideraba que “ver un astro a través de un telescopio era todo un espectáculo”. 

Al regresar a México retoma el programa transmitido en vivo por cortos meses desde La Habana, Cuba, y cuya última emisión se realizó el 30 de julio de 1961, aunque esta vez sus necesidades habían aumentado por lo que Francisco Gabilondo Soler, quien hasta ese momento tocaba el piano de manera lírica, aprendió a leer y escribir música, a transcribir sus textos y determinar la producción general en la que ya estaba inmerso. 

Además de la música Francisco Gabilondo sentía predilección por la historia, los idiomas, la literatura, la geografía y la ciencia, principalmente la astronomía cuya área más interesante para él era el cálculo; se deleitaba comprobando movimientos estelares mediante operaciones matemáticas, conocimiento relacionado también con la música. 

En el año 1962, el animador José Luis Tamayo Barbosa (Zamora de Hidalgo, Michoacán, 21 de diciembre de 1932) creó la imagen gráfica del personaje Cri-Crí, la cual es notoriamente conocida en México. Dicho diseño resultó ganador en un concurso convocado por la revista Selecciones del Reader’s Digest para crear una identidad gráfica que representara dignamente el talento del famoso grillito cantor. 

En 1963 nace un proyecto cinematográfico basado en la vida del maestro Gabilondo Soler; Cri-Cri fue interpretado por el primer actor Ignacio López Tarso, mientras que el compositor accedió a aparecer en pantalla en la escena final filmada en uno de los tantos homenajes en su honor. Por otra parte, en 1968 realizó por pocos meses para Televicentro un programa televisivo grabado primero en blanco y negro y, después, a color, fue miembro fundador del Sindicato Mexicano de Autores, Compositores y Editores de Música (SMACEM), actualmente Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM).* 

Ingresó a la Sociedad Astronómica de México como miembro activo el 31 de octubre de 1951; construye un observatorio en el pueblo de Tultepec al norte de la Ciudad de México para que los aficionados de la astronomía hicieran prácticas, posteriormente cede esas instalaciones a la Sociedad Astronómica de México, a mediados de la década de 1970, para eludir el ambiente urbano, decide retirarse al pueblo de San Miguel Tocuila, cerca de Texcoco, en donde hizo construir una casa con cierta semejanza a la que tuvo en su infancia.  

A pesar de los efectos de la edad y las limitaciones visuales sigue dedicado a la astronomía con un telescopio y binoculares, con cálculos matemáticos y, excepto en sus últimos días, la lectura. 

El 14 de diciembre de 1990, a las 13:40 horas en su casa de Texcoco, en el Estado de México, falleció por una falla cardiaca, a los 83 años y 69 días; él, apasionado por los números, hubiera contado 30,384 días julianos 

José Francisco Gabilondo Soler creó más de 300 personajes, compuso 240 temas y grabó 120 de éstos, en la Fonoteca Nacional se hallaron cerca de 90 carretes de grabación en vivo, ahora ya digitalizados y resguardados del Cri Crí, el Grillito Cantor. 

Entre su repertorio algunas canciones de las más conocidas se encuentran: Abuelita (1936), Acuarela (1942), Al agua todos (1935), Barquito de nuez (1936), Batallón de plomo (1934), Baile de los muñecos, Bombón I (1934), Caminito de la escuela (1934), El conejo Blas, El fantasma, El gato de barrio, El jicote aguamielero, El negrito sandía, El pato bizco, El peluquero, El perrito, El reloj, El ropavejero, El ratón vaquero, entre otras tantas más dejo un gran legado de canciones para los niños de México y América Latina. 

“Porque en los libros siempre se aprende a cómo vivir mejor”. Francisco Gabilondo Soler