En primera persona: “No se mutilará a ninguna de mis hijas”

Al igual que el 95% de las mujeres de su comunidad ugandesa, Margaret Chepoteltel fue víctima de mutilación genital femenina cuando era niña, una situación que le ha ocasionado problemas de salud de por vida. Actualmente, se dedica a concienciar sobre los peligros de esta práctica en el marco de un programa respaldado por las Naciones Unidas.

“Nunca he sentido tanto dolor en toda mi vida”

“Ahora maldigo la práctica de la mutilación genital femenina, pero cuando era niña la esperaba: pensaba que significaba que estaba preparada para el matrimonio y que podría cumplir el deseo de mis padres de tener ganado, porque una mujer ‘cortada’ consigue una dote mayor que una mujer ‘sin cortar’. Esto ocurrió cuando tenía 13 años y, dos años después, me casé y me fui a vivir con la familia de mi marido.

Tras dos años de matrimonio me quedé embarazada, pero surgieron problemas durante el parto. Me tocó recorrer una larga distancia hasta el centro de salud, lo cual me debilitó.

El bebé no podía salir y la partera me cortó las partes íntimas para permitir su paso, lo que provocó que sangrara mucho. Nunca había sentido tanto dolor en toda mi vida. Por alguna razón sobreviví, pero acabé perdiendo al bebé.

Lo que no sabía era que las complicaciones del parto, y muchos de mis otros problemas de salud, estaban relacionados con la ablación. Finalmente lo descubrí cuando la Fundación Comunicativa para el Desarrollo de Uganda me contactó y asistí a una reunión sobre mutilación genital femenina.

Acabar para siempre con la ablación

Ahora tengo dos hijas de siete y ocho años. Cada vez que las veo, me las imagino pasando por lo que yo pasé, y se me encoge el corazón. Les hablo de los peligros de la mutilación genital femenina, y juro que no quiero que ninguna de mis hijas pase por este proceso que casi me costó la vida.

Posteriormente, recibí capacitación en materia de participación comunitaria y ahora promuevo en mi pueblo, Luchengenge, en el distrito de Amudat, al este de Uganda, la tolerancia cero a la mutilación genital femenina. En el pasado me preocupaba sufrir represalias si hablaba, pero ahora me siento capacitada para denunciar y acabar con esta práctica para siempre.

Ahora que dispongo de una plataforma seguiré concienciando y testificando contra la mutilación genital femenina porque conozco sus peligros, aunque sea ante hombres. Si me callo, nuestras hijas lo sufrirán. Tenemos que seguir informando a las madres, a los padres y a las propias niñas sobre los peligros de la mutilación genital femenina y desalentarla. No me rendiré”.

Margaret Chepoteltel hizo estas declaraciones a la Iniciativa Spotlight, una asociación mundial entre la Unión Europea y las Naciones Unidas que busca eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas.

La lucha de la ONU contra la mutilación genital femenina

La ONU sostiene que la COVID-19 ha afectado de manera desproporcionada a las niñas y las mujeres, dando lugar a lo que denomina “una pandemia en la sombra” que altera la eliminación de todas las prácticas nocivas, entre ellas la mutilación genital femenina.

Si en 2018 el Fondo de Población de las Naciones Unidas estimaba que, a nivel mundial, 68 millones de niñas estaban en riesgo de sufrir esta práctica, ahora la cifra asciende a 70 millones.

El trabajo de sensibilización de Chepoteltel en su pueblo forma parte de la campaña Procura la felicidad, no la violencia de la Fundación Comunicativa para el Desarrollo de Uganda, que cuenta con el apoyo de la Iniciativa Spotlight y de ONU Mujeres.