El Senador Menéndez Anuncia Importante Iniciativa Legislativa para Revitalizar la Alianza Entre Estados Unidos y Colombia

El Senador Bob Menéndez (D-N.J.), Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, hoy publicó una columna en el Miami Herald en el que anuncia que presentará un nuevo proyecto de ley para fortalecer drásticamente la alianza entre Estados Unidos y Colombia. La presentación delProyecto de Ley de la Alianza Estratégica entre Estados Unidos y Colombia de 2022 por parte del senador llega tras una convocatoria del mismo para una audiencia pública del Comité de Relaciones Exteriores del Senado esta tarde para evaluar el futuro de la relación bilateral entre Estados Unidos y Colombia.

“Mientras nuestros países celebran 200 años de relaciones diplomáticas este año, ya es hora de que Estados Unidos y Colombia anclen esta gran alianza estratégica en las realidades de hoy y no en los fantasmas del pasado. Estoy convencido de que tenemos de frente una gran oportunidad para inyectar nueva vida a nuestra relación bilateral y poder aprovechar aún más el potencial que nuestros pueblos tienen por ofrecer”, dijo el Senador Menendez. “Yo presentaré en los próximos días un proyecto de ley bipartidista, sin precedentes en cuanto a su escala y alcance, para trazar un nuevo y audaz capítulo en nuestra alianza al designar formalmente a Colombia como un Aliado Importante no-OTAN. Esta propuesta será ambiciosa al establecer un énfasis renovado en los derechos humanos, los derechos laborales y la cooperación en materia de seguridad. El marco legislativo creará también nuevas herramientas que transformará las inversiones en las empresas colombianas mientras se recuperan de la pandemia, reforzará nuestra cooperación para proteger el medioambiente y establecerá nuevas oportunidades para las mujeres empresarias y los miembros de las comunidades afrocolombianas e indígenas”.

En momentos de crecientes tensiones globales y crisis prolongadas, la estable relación diplomática entre Estados Unidos y Colombia, que cumple 200 años este año, se destaca como uno de los mayores éxitos de nuestra política exterior en las últimas dos décadas.

Nuestros países han construido y fortalecido lazos duraderos basados en intereses, valores y objetivos mutuos. Juntos, hemos forjado una fuerte alianza para desmantelar enormes redes criminales que fomentan el narcotráfico internacional. De la misma forma, hemos hecho florecer una sólida relación económica valuada en casi 50,000 millones de dólares. Más importante aún, con la ayuda de Estados Unidos, Colombia logró poner fin a la guerra civil más larga del mundo.

A lo largo y ancho de los Estados Unidos, nuestras comunidades siguen enriqueciéndose gracias al sinnúmero de contribuciones de más de 1.2 millones de colombiano-americanos, quienes han establecido raíces en lugares como mi estado de Nueva Jersey. Del mismo modo, la democracia colombiana hoy día prospera gracias a los innumerables sacrificios del pueblo colombiano y al apoyo inquebrantable de Estados Unidos.

Sin embargo, a pesar del éxito de esta relación, es hora de que Estados Unidos y Colombia anclen esta gran alianza estratégica en las realidades de hoy y no en los fantasmas del pasado. Estoy convencido de que tenemos de frente una gran oportunidad para inyectar nueva vida a nuestra relación bilateral y poder aprovechar aún más el potencial que nuestros pueblos tienen por ofrecer.

Mucho se ha dicho sobre el éxito del Plan Colombia y su indiscutible impacto para ayudar al gobierno colombiano a cambiar el rumbo de un conflicto desgarrador contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Pero los nuevos y persistentes desafíos, así como las oportunidades que siguen surgiendo, exigen una nueva iniciativa diplomática que demuestre la destreza de la alianza de nuestros países en esta crítica coyuntura.

En los últimos dos años, la vida de los colombianos se ha visto totalmente abrumada por los efectos agravados de la pandemia del COVID-19, el aumento de la pobreza y la desigualdad, así como por un movimiento de justicia social que abrió heridas de la guerra civil que aún no habían terminado de cicatrizar cuando el mundo vio a fuerzas policiales disparar en contra del pueblo desarmado el año pasado.

A pesar del progreso posible gracias al histórico Acuerdo de Paz de 2016, falta mucho por hacer para lograr una paz duradera. Hemos visto con preocupación cómo unos 2,500 disidentes de las FARC han aprovechado la falta de presencia del Estado colombiano en las zonas rurales para reforzar la producción de cocaína y aterrorizar a las comunidades con la reanudación del conflicto abierto en el oriente del país. Al mismo tiempo, la llegada de casi 2,000,000 de refugiados venezolanos huyendo del brutal régimen de Maduro ha revertido el papel de toda una generación de colombianos que pasó de verse obligada a huir a ser los que ofrecen refugio a quienes huyen.

No queda duda de que Colombia sigue siendo nuestro aliado más importante en América del Sur y que es un modelo de relación estratégica para otros países de la región. Sin embargo, no sobran declaraciones prematuras de victoria en la historia y el no reconocer la tremenda responsabilidad que Colombia actualmente tiene como piedra angular de la estabilidad regional podría resultar en un desastre para su pueblo y los intereses nacionales de Estados Unidos. 

Es por eso que Estados Unidos necesita reforzar sus alianzas en el hemisferio para contrarrestar las campañas de influencia basadas en inversiones manipuladoras como las que avanza hoy China y Rusia. También debemos reforzar las relaciones debilitadas por el expresidente Trump, quien fue una penosa calamidad para nuestras más importantes relaciones diplomáticas, incluyendo su desprecio hacia Colombia, el cual dejo en claro al insultar al presidente colombiano al acusar que su país no había “hecho nada” para trabajar con Estados Unidos, una aserción completamente desconectada de la realidad.

Al pensar en los siguientes años de nuestra relación con Colombia, nos encontramos en un punto de inflexión. En este momento, la administración del presidente Biden tiene la oportunidad y responsabilidad de revitalizar esta alianza esencial y nosotros en el Congreso podemos desempeñar un papel decisivo para establecer una hoja de ruta integral para ampliar el compromiso en cuestiones del crecimiento económico inclusivo, la lucha contra la corrupción, la seguridad internacional, la protección del medio ambiente, y los desafíos con la migración y refugiados que afligen hoy a la región.

Por esta razón, presentaré en los próximos días un proyecto de ley bipartidista, sin precedentes en cuanto a su escala y alcance, para trazar un nuevo y audaz capítulo en la alianza entre Estados Unidos y Colombia.

El Proyecto de Ley de la Alianza Estratégica entre Estados Unidos y Colombia de 2022 reconocerá la relación especial que nuestras naciones han construido y designará formalmente a Colombia como un Aliado Importante no-OTAN, una designación reservada solo para nuestros amigos más cercanos. Esta propuesta será ambiciosa al establecer un énfasis renovado en los derechos humanos, los derechos laborales y la cooperación en materia de seguridad. El marco legislativo creará también nuevas herramientas que transformará las inversiones en las empresas colombianas mientras se recuperan de la pandemia, reforzará nuestra cooperación para proteger el medioambiente y establecerá nuevas oportunidades para las mujeres empresarias y los miembros de las comunidades afrocolombianas e indígenas.

Nuestro proyecto de ley de la misma forma reforzará el apoyo de Estados Unidos a la total y ligera aplicación del Acuerdo de Paz de 2016, el cual sigue siendo la mejor herramienta – aunque sea imperfecta – para lograr una paz duradera que permita la gobernabilidad democrática en el país Latinoamericano.

No queda duda que 2022 seguirá siendo un año crucial para el compromiso de Estados Unidos con América Latina y el Caribe. En junio, cuando el presidente Biden reciba a los líderes de todo el hemisferio en Los Ángeles para la Cumbre de las Américas, su administración debe utilizar este nuevo enfoque con Colombia para demostrar que Estados Unidos puede ser ágil, estratégico y eficaz en el apoyo a nuestros aliados en la región.

Nuestra voluntad colectiva para adaptarnos a las necesidades cambiantes de Colombia puede servir como un modelo para crear un hemisferio más brillante, más libre y más próspero en el que todos nuestros ciudadanos se beneficien. Estamos listos para sentar hoy las bases de los siguientes 200 años en las relaciones de Estados Unidos y Colombia.